Estados Unidos es el país que más gasta en salud en el mundo (con una media de casi 8.000 dólares anuales por persona). En líneas generales, el sistema de salud estadounidense se considera uno de los mejores en el mundo, tomando en cuenta la calidad del servicio, investigación avanzada, desarrollo de profesionales médico expertos en áreas puntuales y centros asistenciales dotados con la más innovadora tecnología.
Esto en su mayor parte corresponde al sector privado, que cubre un alto porcentaje de la población, ya que cerca de la mitad de los norteamericanos (49%) tiene seguro médico privado gracias a sus empleadores, el 5% paga su seguro médico de manera independiente, el 13% está cubierto bajo Medicare (programa de seguro de salud del gobierno de los Estados Unidos para personas mayores de 65 años, que presentan discapacidades o algunas enfermedades crónicas como insuficiencia renal o esclerosis lateral amiotrófica) y el 18% tiene Medicaid (otro seguro de salud del gobierno estadounidense para ayudar a personas de bajos ingresos a pagar sus cuentas médicas; proporciona ayudas a mujeres embarazadas, niños, adultos mayores, personas con discapacidad y en general a familias que están por debajo de unos ingresos mínimos) o algún otro seguro médico público. Cabe destacar que el 16% de la población no disfruta de seguro médico; pero el sistema de salud en este país, al igual que en el resto del mundo, es mixto, es decir, también hay instituciones sanitarias en el sector público, al cual acuden esos casi 50 millones de personas que no tienen seguro.
Ahora bien, ¿qué sucede con las personas que no son ciudadanos norteamericanos pero que por alguna u otra razón están en el país, por ejemplo los que se encuentran estudiando en universidades? La mayoría de instituciones establecen que todos sus estudiantes (incluso los de otros países) tengan una cobertura de seguro, lo cual puede hacerse de diferentes maneras:
– Seguro de salud obligatorio: ciertas instituciones implementan un plan para todos sus estudiantes extranjeros, en el que son inscritos de manera automática al ser aceptados. Estos planes suelen ser de un coste elevado, aunque ofrecen una cobertura muy amplia.
– Seguro de salud opcional: por supuesto, también hay instituciones que no obligan a sus estudiantes a adquirir el seguro de saluda través suya, lo que significa que pueden tomar el de la institución u otro cualquiera, donde el estudiante puede adquirir un plan de acuerdo con su elección.
A pesar de lo que pueda pensarse, estos planes para estudiantes no siempre son tan caros, y pueden contratarse planes con buenas coberturas por un precio razonable: en algunos se paga desde 30 dólares mensuales (aproximadamente 25 euros). Además, todas las universidades disponen de un centro de salud para casos de emergencia y enfermedades menores (gripes, dolores de cabeza, dolores musculares, heridas, etc).
Por último, es importante conocer la importancia de estar asegurados, ya sea cuando viajamos, trabajamos o estudiamos en Estados Unidos, para poder disfrutar plenamente de la estancia en en país sin riesgo y sobretodo con la tranquilidad de estar cubiertos en el aspecto sanitario.